Pablo Gonzalez

Del todos contra Franco al todos contra ETA.

Si los europeos son de derechas, al menos desde el Plan Marshall, y los españoles neofranquistas, desde Aznar como poco, los vascos son fenicios desde Sota. O sea, desde que Sota tras la muerte de Arana asaltó el batzoki. Esto quiere decir que, como si nada, los vascos son neocapitalistas.

 O capitalistas a secas. Y ya se sabe los neocapitalistas, o capitalistas a secas, no tienen patria. De ahí que a los sotistas y al partido de Sota, mayoritario donde lo haya, nunca les ha importado depender de España.

O del sursum corda si es necesario, con tal de no pagar o de pagar lo menos posible. La sociedad vasca, mayoría de clases medias vasquistas, minoría de clases altas españolizadísimas, tiene un alto poder adquisitivo. Y esto lo sabe todo el mundo. 

Pero solo el PNV se aprovecha de ello. Una vez cada cuatro años y luego todo el tiempo que sigue.

Cuando Franco la sociedad vasca vivía sus peores momentos, en tanto el partido en medio de las largas vacaciones del 36 le pedía paciencia y barajar. 

Este aprieto solo se vió aliviado, desde los años sesenta, con las actividades y acciones de una organización nueva y desconocida, a la que nadie auguraba nada bueno... ni duradero. La ofensiva político militar de ETA, contra Franco, fue sin embargo aprovechada, aunque sin creer en ella, por los partidos de la siesta. Durante años, sus arriesgadas acciones sirvieron al menos para evitar que el nacionalismo vasco desapareciera en el Museo de la Historia. 

Y para que toda una generación creyera en que las cosas podían ser de otro modo. A la cabeza de los oportunistas estaba, cómo no, el partido de Sota. El PNV, con el avispado Ajuriagerra al frente, se daba cuenta que perdían a las nuevas generaciones y que sus casposos militantes se desenganchaban a toda velocidad de la nueva resistencia antifraquista. Sus anquilosadas e inocuas estructuras apenas les permitían poco mas que alguna afari-merienda, en los Aberri Eguna parisinos y la tradicional alocución, de Gabón, radiada desde Venezuela.

Sin embargo, un día Franco va y se muere y a la lectura del testamento, acuden todos los del relaixing coffee. Y se encuentran con algunos competidores nuevos y peligrosos. El PNV entonces acelera y se lanza enseguida a la piscina medio llena, con el agua del Manzanares, en marzo de 1977. Solo cuarenta años después de su última asamblea.

 Pero prometiendo lo de siempre. Y recordando que ellos son el partido, que mas ha hecho por Euskadi, en esos 40 años sin hacer nada etc. etc. El PNV echaba a andar su obsoleta maquinaria postfraquista, con la ayuda política y financiera (que al final todo se sabe) de Suárez el benefactor. Los batzokis reabren, se legalizan las ikurrinas, la afiliación se dispara y el sotismo es aceptado de los primeritos. Sin embargo, el PNV reinicia su biografía política, no contra la ocupación española, no contra el imperio... como había prometido Arzalluz. Ni contra el pseudoreformismo de la Transición, sino contra su peor enemigo: ETA. Es decir, contra el independentismo vasco que amenaza, y a veces ocupa, desde finales de los sesenta su hegemonía política en el territorio.

Se declara así, primero, una guerra fría entre vascos. Y luego, ya con la policia armada vasca de por medio, una caliente mini-guerra. La fecha inaugural de esta ruptura es Octubre de 1978. La primera manifestación contra ETA, en la calle Jose Antonio Primo de Rivera (hoy Sabino Arana). En la que los jelkides y los sociatas de Suresnes, reclamaron su sitio y la desaparición de ETA. 

Aquella manifestación, ante la que se horrorizaba Monzón en un artículo de EGIN, y que fue contestada por la Izquierda Abertzale con una paralela en la plaza Etxebarrieta, de Bilbao, se llamó de las palomas. El PNV soltó un par de palomas y dijo que eso y la derrota de ETA, era la paz. Y aquel día se escenificó el nuevo teatro vasco. Entre otras cosas, porque mientras los sotitas y sus amigos del P.S.O.Español, caminaban al son alegre de la paz, entre banderas victoriosas, los demás éramos apaleados en las siete calles por sus colegas de uniforme gris.

Luego todo fue muy rápido. En Euskadi, mas que en cualquier otro territorio ocupado. Prueba incontestable de la importancia que la actividad de ETA aportaba al caso. Y de la buena sintonía con Madrid, para su tratamiento. 

Así como de la existencia de acuerdos inconfesables. En los años ochenta comienza a actuar la “guerra sucia”. Primero será el Batallón Vasco Español, luego el GAL y luego ya directamente la policía armada vasca. Se acelera la pseudoreforma. En 1980 elecciones vascongadas. En 1981 visita “cantada” del rey a Gernika, para hacer la risa de jurar los Fueros. 

Allí fue donde los berrocis del PNV (policía paralela alegal, autorizada por Madrid), estrenaron las habilidades aprendidas de sus instructores del Mossad. Encargándose de mantener el orden autonómico en la sala. En 1982, Madrid autoriza la joya de la corona vascongada: la creaciónde la Ertzantza. Y se transfiere el orden público (o sea, la lucha contra ETA) a los herederos de Sota.

Ese mismo año, es impuesto en Nafarroa un Amejoramiento foral antidemocrático, que ni se consulta. En 1983, el PNV se estrella en las elecciones del tercio navarro y se inicia un proceso de escisión, que culmina con la fundación de EA en 1986. Para las elecciones vascongadas de ese año, una ingenua HB que cree en papa Noel ofrece a PNV-EA una alianza nacional. No necesito hablar de la respuesta. En 1987, comienza la aplicación de duras medidas de castigo y dispersión contra los presos políticos vascos, que protagoniza el PSOE y apoya el PNV. Las siniestras cárceles de España, se adueñan del espacio político. En 1990, sabiendo que no sirve de nada, el PNV se suma a un acuerdo parlamentario vasco a favor del derecho de autodeterminación. Ardanza dice, con su probada sagacidad, que “solo es para quitar banderas a ETA” . 

Mientras Anasagasti, a la sazón de palmero en Madrid, tranquiliza a diestros y siniestros asegurando que sabe de buena tinta (la de la Constitución española claro) que si se intenta aplicar este acuerdo, el ejército español intervendrá. En 1990, la Ertzaina estrena su palmarés contra ETA, con las primeras detenciones de militantes. Y al año siguiente, profundiza en este enfrentamiento con una emboscada en Bilbao en la que mueren un militante vasco y un ertzaina.

El PNV ha tenido siempre bien claro que su enemigo principal era ETA. No era la España de Franco o sus continuadores monárquicos, ni la acogedora Francia. No eran los partidos españoles de la Conjunción republicano-socialista de 1930. Ni los del contubernio de Munich, del 62. Ni siquiera el PCE antifranquista, o sus escisiones de resistentes contra Franco. Ninguno de ellos podía disputarle las lentejas autonómicas. Si había alguien que podía desenmascararles en su propia casa e impedir, que las falacias del 77 y las renuncias posteriores pudiesen gobernar la CAV, no era otro que ETA. 

O quienes fuesen que continuasen o apoyasen su obra política. Los jelkides sabían que sus cartas mas fuertes las tenían que jugar en casa y contra el enemigo de casa. De ahí que, en Madrid, sus protocolarias visitas nunca hayan pasado de algunos fuegos de artificio electoral, un sarao de acuerdos o acuerdillos y el reparto del cofre foral con los partidos del turno: UCD, PSOE y ahora el PP de Rajoy el incorrupto.

Con estos aliados contra ETA, que gustósamente se prestaron a facilitar los planes del sotismo, no es extraño que la autonomía vasca se adelantase y mejorase sustancialmente a las demás. Incluso a la todopoderosa catalana del seny y los Pujol. 

Es asombroso que España que regateaba (y regatea) lo indecible en sus transferencias coloniales, permitiera tan diligente y rápidamente armarse a la policía vasca. La Ertzaina, que no podía caer en otras manos, fue el buque insignia del partido de Sota. Con la promesa constitucional de incorporarla, como una policía mas, a la lucha contra ETA. España que todavía (2017) se resiste a transferir algo tan inocuo como las prisiones, en cambio, se apresuró a permitir en procedimiento de urgencia el desarrollo (controlado, eso si) de los ertzainas. ¿Hubiera hecho lo mismo si en Lakua estuviera HB, o una coalición de partidos no preferentemente anti-ETA?. Pues no, evidentemente no. 

Lo que hubiera hecho el gobierno español entonces sería reforzar la presencia policial e incluso militar en Euskadi. Y vete a saber, si no hubiera traído a la Acorazada Brunete al cuartel de Garellano. Pero no cabe duda ninguna, sobre la transferencia express de la policía armada vasca, que formaba parte de un pacto de no agresión contra España y de máxima beligerancia contra ETA. O sea, aquello de una “policía integral” que tanto gustaba al señor Atutxa. 

El político vasco favorito de los españoles.

En el transfondo de este teatro autonómico, ETA ya sabía que no podía solo con sus propios medios desestabilizar a los gobiernos españoles. Mucho menos después de la OTAN. Pero el PNV no lo sabía. O no lo sabía bien. Quiero decir, que era lo que menos le importaba. Lo que quería, a cualquier precio, eran mantener su reducto vascongado bajo control. Evitando que pudiera caer social y políticamente del lado “equivocado”. O sea del lado de la recién fundada Herri Batasuna, que además de sintonizar con ETA amenazaba con llevar a la práctica sus intenciones independentistas y socialistas. O por lo menos intentarlo. Con lo conmocionante que esto hubiera sido para el partido del marqués de Llano. Y entonces fue cuando se diseñó el “todos contra ETA”, inaugurado en primicia por el PNV en la manifestación de las palomas citada.

Después de aquel 1978, una serie de hechos políticos, sociales, institucionales y militares seguirán enfrentando al sotismo y a ETA o su ámbito político social (HB, LAB, Gestoras...etc.) En 1981, la lucha antinuclear contra la central de Lemoiz ( construcción apoyada por el partido) culmina con la muerte del ingeniero Ryan y una ofensiva de largo alcance del PNV. Convocatoria de huelga, manifestación numerosa, ofensiva de declaraciones etc. 

Ese mismo año, con el intento del 23-F el PSOE y los demás se ponen las pilas anti-independencia. Y, por fin, con el PSOE en el poder (1982) un partido ex-republicano, que perdió la guerra contra Franco, y empieza a gobernar el Estado autonómico, sin provocar demasiado a los cuarteles, entrando en la OTAN, en el MEC y un largo etcétera de arrepentimientos, entre ellos una LOAPA antiautonómica, que no llegó a ejecutarse. En los años ochenta la ofensiva contra ETA, empieza a tomar cuerpo social y subvenciones oficiales. Gesto por la Paz, que inventará el lazo azul, precede al Pacto de Ajuria Enea (1988) firmado por PNV, PSOE, AP, EA, EE y Ardanza, en nombre de la entidad financiera. Tantas molestias para acabar con ETA, que hacía lo mismo que con Franco. 

Aunque mas a menudo. Su violencia y acciones armadas, bombas o disparos, estaban dirigidas a los objetivos de siempre. Pero con la salvedad que ahora no favorecían los intereses y programas de los partidos del Pacto. Ahora los objetivos podían ser, incluso los propios sucesores del negocio del caudillo. En este punto la ideología de justificación del sistema afirmaba que lo que estaba bien contra la dictadura, o sea matar, estaba mal con ellos que eran los demócratas. Y la gente de los 25.000 dólares de renta pér capita, como había supuesto López Rodo y otros tecnócratas del franquismo, empezó a creérselo.

A partir de aquí son varios los atentados y frecuentes los enfrentamientos, detenciones, acusaciones de torturas etc. Hacia 1996, la consejería de interior vascongada parece tomar el mando y relevo en lucha, no solo contra ETA, sino contra cualquier resistente, simpatizante, colaborador o manifestante en su favor. 

La policía española y la guardia civil, prácticamente desaparecen de las calles, y los guardias vascos ocupan su lugar y papel en la represión. En 1997, con la muerte de Blanco, concejal del PP en Ermua, el PNV cree encontrar la ocasión de “rematar” al enemigo tocado. Para ello utiliza a la criatura del Pacto de Ajuria Enea “Gesto por la Paz”, cuyo alumbramiento y nutrición ha subvencionado. Se convoca una manifestación monstruosa (de monstruos) en Bilbao, contra ETA, en la que el despliegue informativo y la apuesta por el asalto final amenaza con ser definitiva. Arzalluz, Ardanza, Atutxa y los otros jelkides recorren las calles de la invicta villa, cogidos del brazete de Aznar, y rodeados de españoles con sus banderas bicolores. 

El PNV supo que había dado la vuelta a la situación y mandado a sus competidores independentistas a las catacumbas políticas. Pero también se dió cuenta que se habia quedado sólo…con España. Y una cosa mala es ser español en Euskadi, pero otra peor es parecerlo. Eso, en Euskadi, es un suicidio político. Y el PNV lo sabía. Lo sabe.

Por esta, o por otras razones, que convenían a algunos, alguien inventó lo de Lizarra-Garazi. Una salida en la que según parece solo creían ETA y HB. Y que, estando el partido del Marqués por medio, no podía tener mas que un final infeliz y lamentable.

 No es necesario contar nada sobre aquella frustración, con tregua incluida, de la que le costó mucho salir a ETA y a la izquierda abertzale. Mientras el PNV se las arreglaba, una vez mas, para caer de pie en el charco. Si en algo es magnífico el partido de Sota es en mantenerse por encima de todos, identificarse con una sociedad conservadora y echar la culpa de todos los males a sus adversarios. Para ello, el PNV y sus aliados españoles, partidarios de la autonomía, tienen y emplean poderosos medios, sobre todo de comunicación, educación, intoxicación y compra-venta, que se ponen al servicio de crear una imagen de ETA, como enemigo público. 

Recuperando la idea y la imagen de ETA, que tenía la propaganda franquista. Para ello, los ingentes recursos, transferidos por España al gobierno vascongado, han permitido la creación de periódicos, radios, televisiones, revistas y premios a intelectuales y otros colaboracionistas. También una universidad cuya única finalidad es servir de acomodo a una generación de intelectuales orgánicos. Para los que se han creado departamentos y organismos, repletos de especialistas de la investigación contra ETA. 

Enemigos del nacionalismo vasco y favorables a la autonomía. Todo un pesebre suculento, al que acuden en manada los arrepentidos, conversos y clientes políticos, donde se alimentan con cátedras y empleos, puestos en partidos, sindicatos, instituciones y organismos como EITB. En definitiva puestos clientelares de funcionarios mentales y oficinistas de salario y subsidio. A los que se ha hecho creer que sus empleos, sueldos y supervivencia, dependían en exclusiva de la desaparición de ETA. Ahora que lo han conseguido, que Sota les ampare. Y

a veremos cómo.

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