Pablo Gonzalez

La experiencia croata

La cooperación entre Ucrania y Croacia para “compartir la experiencia” de la lucha por los territorios perdidos ha alarmado a Moscú. Hace tiempo que la operación croata Oluja, que dio lugar a la captura de la Krajina serbia, se considera sinónimo de limpieza étnica. 

Al margen de la disposición de Kiev, el Ejército Ucraniano carece de los recursos necesarios.

 Aunque el riesgo sigue existiendo.

Éxodo de la población serbia de Krajina a causa de la operación Oruja

El establecimiento de un grupo de trabajo para la cooperación entre Croacia y Ucrania, que entre otras cosas pretende aportar a Kiev la experiencia de Croacia para la “reintegración pacífica de los territorios ocupados” ha causado “gran preocupación” en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. 

“El nuevo organismo paralelo, cuanto menos, desviará la atención de las autoridades ucranianas del de por sí agonizante proceso de implementación integral de los compromisos asumidos en el marco de los Acuerdos de Minsk. Mientras tanto, éstos últimos representan, como ha confirmado reiteradamente el Cuarteto de Normandía, la base ineludible del arreglo de la crisis ucraniana. ”, afirmaba el comunicado publicado en la web del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa.

El comunicado insiste en que “Se conoce de sobra el número de víctimas y el éxodo forzado de unos 250.000 de los serbios, allí residentes, que supusieron las operaciones militares Relámpago y Tormenta en 1995.

 Estamos convencidos de que los consejos de los “asesores” extranjeros, capaces de crear en las autoridades ucranianas una peligrosa ilusión de recurrir al uso de la fuerza en Donbass, no contribuirá, sino todo lo contrario, al fortalecimiento de la seguridad en el sureste de Ucrania”.

La cooperación entre Croacia y Ucrania comenzó en 2014, cuando el entonces asesor de Poroshenko Yuriy Lutsenko [ahora Fiscal General] inició una ola de euforia sugiriendo el uso de la “experiencia croata” en Donbass. 

“Una tormenta en Donetsk y Lugansk es ciertamente posible. 

Pero la batalla urbana costaría cientos y miles de vidas de los mejores de los nuestros.

 Y eso llevaría al total colapso de una economía que apenas sobrevive”, escribió en Facebook.

 “Es más sabio hacerlo de otra manera, cuando tengamos un ejército y una economía más fuertes. Un ejemplo es Croacia. Después de que el ejército yugoslavo tomara Vukovar, donde murieron heroicamente miles de defensores de la independencia, los croatas se vieron obligados a aceptar la existencia de la Krajina serbia. 

Lo toleraron durante tres años, pero desarrollaron su economía y su ejército. Y después en unas horas de ataque con tanques expulsaron del territorio a los separatistas”. Más adelante se produjo una negociación con Croacia.

 Pero eso no es lo más importante, sino cómo se han distorsionado los hechos históricos.

La existencia de la Krajina serbia, con su capital en Knin, no está directamente relacionado con la batalla por la ciudad de Vukovar, a orillas del Danubio, cuyo 25º aniversario se celebró, con todos los honores, este año. Solo hay una parte de verdad en las palabras de Lutsenko.

 Tras sufrir una batalla parcial, Zagreb comenzó a reforzarse con asistencia de Estados Unidos y Alemania, mientras que Krajina se encontraba en un completo aislamiento político, económico e incluso ideológico (hay que decir que obligado) de lo que hoy es Serbia.

La “experiencia pacífica de integración de los territorios ocupados” en Croacia, la “operación Oluja” de 1995, resultó en que 250.000 serbios se convirtieran en refugiados.

 Se puede decir que el número de muertos entre las partes y entre la población civil fue relativamente bajo comparado con la guerra en Donbass. Pero Poroshenko delira si piensa en esta opción como “pacífica”.

Las similitudes entre Oluja y la actual situación en Donbass ya se han mencionado en anteriores ocasiones. Pero en estos momentos es impensable imaginar qué parte de la “experiencia croata” sería capaz de aplicar Ucrania en la RPD y la RPL. 

En términos militares, no hay nada en común y en términos de afinidades ideológicas y políticas, la similitud se manifiesta en la simulación de un proceso de negociación con el objetivo de depurar el proceso en el tiempo y utilizar la propaganda para desacreditar al enemigo.

Sin embargo, Croacia ni siquiera se molestó excesivamente con la propaganda y no vio la necesidad de probar que los serbios fueran ciudadanos de segunda, ni fue necesario convencer a la comunidad internacional. 

Desde el inicio, la Unión Europea y la OTAN apoyaron abiertamente a Zagreb, mientras que Knin ni siquiera podía contar con excesivo apoyo de Belgrado, que calló durante un tiempo antes de alzar la voz.

 Existieron rumores de que Milosevic sacrificó Krajina a cambio de la retirada de sanciones contra Serbia, algo que no ocurrió: las sanciones solo fueron retiradas tras su dimisión.

Así que estos “cuentos del abuelo” sobre el “intercambio de experiencias” con Croacia solo puede considerarse una afirmación propagandística para consumo interno. Las posibilidades de éxito son escasas. Estas declaraciones se producen en realidad en el marco de la búsqueda de “dignidad” de decir que “nos apoya un país de la OTAN”. 

Son tan solo otro intento de mostrar ese apoyo. Voluntarios croatas ya han participado activamente en los combates en Donbass, lo que contrasta con la participación de voluntarios serbios del lado de la RPD y la RPL.

El único factor preocupante de la experiencia croata es la presencia de empresas militares privadas estadounidenses para entrenar al ejército y a las fuerzas que, durante la operación Oluja, se encontraban en la primera línea del ataque.

 Los croatas contaron con la empresa MPRI, que tomó bajo su protección a figuras “de futuro”, incluso a algunos señores de la guerra albaneses que posteriormente se convertirían en “grandes hombres de Estado en Kosovo”. 

Uno de ellos fue Agim Çeku, que en territorio de Croacia desertó del ejército yugoslavo con rango de capitán y se convirtió el primer ministro de Kosovo en circunstancias cuando menos polémicas.

Sin embargo, el uso de empresas militares privadas no solo requiere dinero sino voluntad política. En Croacia en 1995, el trabajo de esas empresas estaba pagado por fuerzas extranjeras. La actual Ucrania dispone de la voluntad política, pero queda en segundo plano en el marco de la política exterior de la administración Trump. 

Además, la presencia de mercenarios no garantiza el éxito. En principio, estas misiones no están pensadas para la organización de guerra a gran escala, como sucedería en Donbass.

 En el caso de Oluja, se trataba de una operación limitada en términos territoriales y contra fuerzas limitadas. 150.000 croatas (incluyendo los “voluntarios”) se enfrentaron a 27.000 milicianos serbios sin acceso a suministros, apoyo exterior o líneas de retirada.

Por cierto, la paradoja de esa guerra fue la ventaja serbia en tanques y artillería y la catastrófica escasez de personal. 

En algunas zonas del frente, los croatas avanzaban con los “voluntarios” en primera línea en ataques tras los que los serbios se retiraban, algo que finalmente resultó ser un error. La estrategia corría a cargo de los asesores militares y de generales como Gotovina, o Zvitomir Chervenko, que decidieron atacar a los serbios en la retaguardia con el bosnio Atif Dudaković.

Un detalle curioso: uno de los entonces jefes de personal del ejército de Croacia, uno de los estrategas de la operación Oluja, fue el general Zvonimir Chervenko, de ascendencia ucraniana. 

Nació en Prijepolje, en el distrito de Zlatibor de Serbia, en el seno de una familia grecocatólica ucraniana que había llegado en tiempos del Imperio Austrohúngaro. 

El general Chervenko murió en 2001 a los 74 años de edad y podría utilizarse como “otro símbolo de la amistad y cooperación entre Croacia y Ucrania”.

Mientras tanto, si hubiera que hacer una lista de similitudes y diferencias, habría que remarcar la significativa superioridad del Ejército Ucraniano en personal, pero también la pobre preparación de gran parte del personal.

 Si se cometiera la estupidez de utilizar ese ejemplo en Donbass, es probable que el proyecto acabara como otro tipo de “proyecto de integración”, uno que no solo resultaría fallido sino que distraería a la parte ucraniana de los verdaderos problemas en el frente.

Pero es difícil hablar de este tema con absoluta certeza, ya que las autoridades ucranianas llevan mucho tiempo soñando con la posibilidad de utilizar la “experiencia croata”, un sueño con algo más grande, que podría acabar en algo mucho peor.

https://slavyangrad.es/2016/12/26/la-experiencia-croata/

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