Pablo Gonzalez

El Hombre que Comenzó la Segunda Guerra Mundial

En therebel.is se publicó a fines de 2014 el siguiente texto de Mike King (del sitio tomatobubble.com) que ofrecemos en castellano. 

Es bastante interesante porque divulga un aspecto poco publicitado de los comienzos de la Segunda Guerra: el papel que desempeñó el líder polaco de entonces, el mariscal Edward"Smigly" Rydz (1886-1941), el cual, con sus vanos sueños imperiales, abrió las puertas del infierno que tanto estaban ansiando algunas potencias contra Alemania por segunda vez. 


El autor observa además que ciertos hechos de la Historia a veces se repiten a sí mismos.

Como los lectores regulares ya bien saben, los culpables últimos que estuvieron detrás del desastre de la Segunda Guerra Mundial fueron los amos de alto nivel de la pandilla criminal del Nuevo Orden Mundial (Rothschild, Rockefeller, Sulzberger, Baruch y otros) y sus capacitados secuaces operacionales del mundo político (F. D. Roosevelt, Churchill, Daladier, Stalin y otros). A propósito, éste es el mismo sindicato criminal que se auto-perpetúa que ahora está agitando una campaña a favor de la confrontación contra Siria, Irán y en último término contra Rusia y China. El mismo juego, nuevos jugadores, una larga historia.

Pero la única cosa que esta sucia pandilla nunca podría haber llevado a cabo por sí misma era provocar la guerra real. Como hasta el más geográficamente analfabeto Boobus Americanus o Boobus Europithecus debería saber, ni Estados Unidos ni la URSS ni tampoco el Reino Unido compartían una frontera común para provocar el caos contra la Alemania de Hitler.

Francia realmente comparte una frontera con Alemania, pero cuando Hitler renunció permanentemente a cualquier reclamación de la disputada región de Alsacia-Lorena en 1935, un posible punto de combustión entre los dos rivales fue diluído para siempre.

Otro potencial desencadenante fue diluído en 1938 cuando el Acuerdo de Múnich —desde entonces etiquetado por propagandistas y loros ignorantes por igual como el "apaciguamiento de Neville Chamberlain"— arregló de manera justa la disputa germano-checa para beneficio mutuo de checos, eslovacos y alemanes.

Tampoco Alemania estaba ligada a ninguna peligrosa y enredada alianza, como lo había estado antes de la Primera Guerra Mundial cuando el Reich estaba comprometido a luchar junto a Austria-Hungría después de que los rusos y los franceses comenzaron a movilizarse contra aquella nación.



La hábil y honesta diplomacia de Hitler resolvió la disputa de Alsacia-Lorena para favorecer a Francia, y el problema de la Región de los Sudetes para beneficio de todas las partes. 

A la izquierda, Hitler con Neville Chamberlain del Reino Unido. A la derecha, con Édouard Daladier de Francia en 1938 (extremo izquierdo). Lamentablemente, ni Daladier ni Chamberlain serían lo bastante fuertes para refrenar la continua presión de las facciones belicistas que estaban alrededor y encima de ellos.

En Noviembre de 1938 las elecciones parlamentarias estadounidenses dieron un golpe aplastante al partido Demócrata de Franklin Delano Roosevelt en la mitad de su período. Con Estados Unidos todavía tambaleándose por la Gran Depresión de una década, y no existiendo nunguna "crisis" extranjera, parecía que el fracasado Presidente de dos períodos no sería capaz de conseguir un tercero. (Él finalmente retuvo el cargo hasta su muerte en 1945).

 Debería ser notado que en ese difícil tiempo en la historia estadounidense, la próspera Alemania estaba disfrutando de pleno empleo, una moneda fuerte, las Autopistas, el Volkswagen y una feliz reconciliación entre la clase trabajadora y la empresarial.

Incluso las afirmaciones de la persecución judía en Alemania ya no eran válidas.

 Aunque la élite judía dominante hubiera sido en gran medida despojada de altas posiciones en las finanzas, la prensa, el gobierno, la justicia y la academia, la verdad era que los 330.000 judíos que permanecieron en la Alemania de Hitler estuvieron sin ser molestados y realmente muy prósperos.

 De hecho, después de que estallaron disturbios anti-judíos después del asesinato en 1938 en París de un diplomático alemán por un enloquecido judío polaco, fue Hitler mismo quien, por medio de Goebbels, publicó inmediatamente una Orden de Emergencia para que cesara la violencia anti-judía (exagerada desde entonces en su alcance).

Y así, hacia 1939 el sindicato criminal del Nuevo Orden Mundial y los chauvinistas británicos y franceses se habían quedado casi sin opciones y sin ningún pretexto de propaganda para instigar otra guerra contra la pacífica y próspera Alemania, como lo habían hecho en 1914.

 Las últimas esperanzas para comenzar la guerra para esclavizar de nuevo a Alemania descansaban en los hombros de un hombre, y de sólo un hombre. Su nombre era Edward Rydz, el tonto criminal que comenzó la Segunda Guerra Mundial. Como es de esperarse, su nombre es prácticamente desconocido fuera de Polonia. Ya es tiempo de que ese sucio, pútrido y egomaníaco malnacido reciba el "crédito" póstumo que merece tan completamente.




Después de que Alemania fue esencialmente engañada para deponer sus armas y rendirse durante la Primera Guerra Mundial, su territorio prusiano del Oeste le fue arrebatado, dado al nuevo Estado de Polonia, y, en su mayor parte, "étnicamente limpiado" de alemanes. 

La ciudad portuaria alemana de Danzig fue declarada una "ciudad libre" y se le prohibió reincorporarse a Alemania. Prusia del Este siguió siendo parte de Alemania, pero quedó aislada de la patria continental. Esa configuración ilógica e inmoral, y los abusos anti-alemanes que iban a ocurrir dentro del "Corredor Polaco", servirían como la perfecta provocación para desencadenar una nueva guerra contra Alemania.

Un Cuento de Dos Mariscales

Nacido y conocido como Edward Rydz, el joven comandante de ejército sirvió en las legiones polacas del Imperio Austro-Húngaro durante la Primera Guerra Mundial. 

Él más tarde llegó a ser uno de los líderes de un movimiento polaco de independencia que procuraba establecer un Estado polaco formado por las áreas de mayoría polaca de Austria-Hungría y Rusia. Rydz, por designación del mariscal Jozef Pilsudski, se convirtió en el comandante de la organización militar polaca y adoptó el seudónimo de "Smigly" (Rápido o Ágil).

 Él más tarde añadió el apodo Smigly como una parte integral de su apellido, lo que nos dice algo sobre su ego. Su auto-publicitado renombrarse es similar al de Ioseb Jugashvili, el cual más tarde adoptó el nombre de "Stalin", Hombre de Acero.



Jozef Pilsudski (izquierda) y Edward Rydz-Smigly lucharon por la existencia de Polonia como Estado.

Como un general de brigada, Rydz-Smigly comandó ejércitos durante la guerra polaco-soviética que siguió a la Primera Guerra Mundial. El tratado que terminó aquella guerra, la Paz de Riga, dividió los disputados territorios entre el relativamente nuevo Estado de Polonia y la nueva Unión Soviética (antes conocida como el Imperio ruso).

El mariscal Pilsudski llegaría a convertirse en el jefe de Estado de Polonia hasta su muerte en 1935. Es importante notar que Hitler y Pilsudski mantuvieron buenas relaciones. Pilsudski realmente había congratulado a Hitler al ganar éste las elecciones de 1933, y el Pacto de No-Agresión germano-polaco fue firmado sólo 10 meses después de que Hitler subió al poder. Según el Pacto, ambos países prometieron resolver sus problemas mediante negociaciones bilaterales y renunciar al conflicto armado.

Justo antes de su muerte, Pilsudski enfatizó de nuevo que Polonia debería mantener relaciones neutrales con Alemania. La muerte de Pilsudki resultó ser una gran pérdida para Alemania, un hecho que el propio Hitler expresó durante los días finales de la Segunda Guerra Mundial.




(Arriba) Hitler asiste a un servicio conmemorativo en Berlín celebrado en 1935 en honor del Primer Mariscal polaco Jozef Pilsudski, a quien él respetaba enormemente. (Abajo) Pilsudski y su ministro de Asuntos Exteriores Beck hacen la paz con el ministro alemán de Propaganda e Instrucción Pública, Joseph Goebbels, y el embajador alemán en Polonia, Von Moltke.

Una Dictadura Sin un Dictador

Después de la muerte de Pilsudski, Rydz-Smigly se convirtió en el Inspector General de las Fuerzas Armadas. De allí en adelante, él ascendió rápidamente.

 En 1936 el Primer Ministro polaco le concedió el título de "Segundo Hombre en el Estado después del Presidente". Más tarde ese año él fue promovido al rango de Mariscal de Polonia. La imagen cuidadosamente trabajada de Rydz como el sucesor elegido de Pilsudski provocó la hostilidad de muchos de los partidarios de Pilsudski, que veían a aquél como un desvergonzado auto-promotor.

El período del gobierno de Rydz-Smigly, 1935-1939, a menudo ha sido referido como "una dictadura sin un dictador". Pero él carecía de la autoridad moral del querido Pilsudski, y muchos polacos se dividieron sobre su nuevo dictador de facto, con bastantes odiándolo completamente.

 El régimen de Rydz se hizo cada vez más autoritario. Esto fue ilustrado por la creación del movimiento OZON, cuyo objetivo era construír un movimiento popular de masas que transformara al insignificante dictador en el "segundo gran líder de Polonia" (después de Pilsudski mismo). Varios de los políticos importantes de Polonia se encargaron de distanciarse de ese falso movimiento de culto "de bases".



Edward "Smigly" Rydz: siempre condecorado como un Árbol de Navidad y dándose aires.

Además de ser autoritario, y no todo lo popular entre su propia gente, el pomposo mariscal tenía grandiosas ilusiones de restaurar el antiguo Imperio polaco de 1569-1795, en territorios que habían estado hace mucho tiempo carentes de habitantes polacos (países bálticos, Ucrania, Bielorrusia, Checoslovaquia y Alemania prusiana). Para tal efecto, la pandilla de Rydz-Smiglyemprendió una campaña de agresiva intimidación y forzó la anexión.




Sueños de restaurar el hace tiempo desaparecido Imperio de Polonia bailaban en la mente del "Emperador" Smigly.

Smigly-Rydz Fuerza a Lituania y Checoslovaquia

En Marzo de 1938 Rydz-Smigly dio un ultimátum al diminuto Estado báltico de Lituania. Lituania había rechazado tener cualquier relación diplomática con Polonia después de 1920, protestando por la anexión de la región de Vilnius por el nuevo Estado polaco. 

El ultimátum exigía que Lituania consintiera incondicionalmente en establecer lazos diplomáticos con Polonia dentro de 48 horas, y que los términos debían estar finalizados dentro de dos semanas. 

El establecimiento de relaciones diplomáticas significaría una renuncia de las reclamaciones lituanas a la región que contenía su capital histórica, Vilnius.

La pequeña Lituania, prefiriendo la paz a la guerra, aceptó el ultimátum del muchacho matón Smigly y sus condiciones. Si Lituania se hubiera mantenido firme, es completamente posible que Stalin hubiera usado la guerra consiguiente como el pretexto para apoderarse de los Estados Bálticos (lo que él finalmente él hizo en 1940) y comenzar la segunda guerra polaco-soviética. Tal era la imprudencia del mariscal Smigly.

Muchos en el "democrático" Oeste, incluyendo, irónicamente, al anti-alemán New York Times, expresaron su consternación por la intimidación militarista de Polonia sobre Lituania, un acontecimiento tan peligroso que causó un nerviosismo extremo entre los inversionistas de Wall Street. Pero al final, fue generalmente entendido que Polonia sería necesaria para cosas más grandes, de manera que el Oeste "se tapó su nariz" y toleró las payasadas de Smigly.

Más tarde aquel mismo año, Smigly hizo un similar atrevido movimiento contra el gobierno checo, cuando él aprovechó la crisis de la región de los Sudetes para exigir una parte de Zaolzie y algunas otras áreas más pequeñas. Los checos fueron impotentes para detener las anexiones forzadas. Otra vez, el "democrático" Oeste sacudió su cabeza consternado, pero se abstuvo de decir cualquier cosa.


Lituania, al Norte de Polonia, y Checoslovaquia, al Sur, fueron ambas forzadas por el "Emperador" Smigly.

Smigly el Tirano Pone Sus Ojos sobre Danzig

Además de la política exterior expansionista, la junta militar polaca tuvo la peor reputación por suprimir minorías étnicas que vivían dentro de sus nuevas fronteras. En efecto, durante la historia de 20 años de la Sociedad de Naciones, literalmente cientos de quejas formales fueron presentadas por alemanes y otras minorías étnicas atrapadas en las tierras robadas ahora controladas por la ultra-nacionalista Polonia.





Smigly no estuvo contento con la posesión y la limpieza étnica de la robada Prusia occidental. Él también quería el control de la hermosa "ciudad libre" alemana de Danzig (hoy conocida como Gdansk, Polonia) y finalmente de toda Prusia del Este también.

En 1939, apoyado desde "detrás del escenario" por elementos en el Reino Unido, Francia y Estados Unidos (¡sí, Roosevelt estuvo profundamente implicado!), Rydz-Smigly fue animado a ignorar las ofertas sinceras y generosas de Hitler para resolver la extraña y odiada partición de Prusia que había causado tensiones después del final de la Primera Guerra Mundial. En cierta ocasión, Hitler incluso había consentido en renunciar a sus reclamaciones de Prusia occidental a cambio de la devolución de Danzig y una carretera y línea de ferrocarril de 1.600 mts. de ancho que uniera a Alemania con Prusia del Este.

Subestimando la resolución de Alemania, sobrestimando el poder de Polonia, y tontamente confiando en los intrigantes occidentales que estaban manipulando su hinchado ego imperialista, Smigly ignoró las ofertas de Hitler e intensificó el abuso de alemanes atrapados en Prusia occidental y en Danzig. El sufrimiento de los alemanes prusianos no es "propaganda nacionalsocialista": es un hecho histórico que los "historiadores de la corte" del Oeste han eliminado deliberadamente de sus orwelianos libros de Historia.

Creyendo que las potencias occidentales realmente estaban detrás de él, el cobarde Smigly abandonó su actividad militar y permitió que bandas terroristas predominantemente de judíos bolcheviques atacaran a inocentes alemanes, tanto dentro de la "Polonia prusiana" como también dentro de las ciudades fronterizas alemanas. Esas bandas de "partisanos" Rojos, así como de otros ultranacionalistas polacos, habían estado afilando sus colmillos ante la perspectiva de provocar una "guerra santa" occidental contra Alemania desde 1933.



La tortura, mutilación y masacre en Bromberg (3 de Sept. de 1939) ocurrió sólo 2 días después de que los alemanes liberadores llegaron a Prusia occidental. La brutalidad de los asesinatos masivos da una indicación del tipo de abuso que inocentes alemanes, atrapados en Polonia, habían estado sufriendo mientras Smigly "miraba para otra parte".

Una vez más, Smigly codiciaba la "ciudad libre" de Danzig (alemana en un 98%) y deseaba anexar finalmente toda Prusia del Este. Paso a paso, Smiglyplanificó la restauración de un Imperio que se había acabado hacía ya tiempo, un Imperio que incluso su propio pueblo no quería. Un hombre cegado por tal ambición era una cosecha fácil para los británicos —aquellos indiscutibles históricos maestros de la intriga en el extranjero— y también para el astuto Roosevelt y los agentes judíos que lo rodeaban.

Hacia Agosto de 1939 Alemania había agotado todos los esfuerzos para razonar con la pandilla de Smigly. Los británicos y los franceses instaron a Rydz-Smigly a que permitiera que el Ejército soviético marchara hacia el Oeste, en caso de que estallase la guerra contra Alemania. Aquél se negó, declarando que: "No hay ninguna garantía de que los soviéticos realmente tomarán parte activa en la guerra; además, una vez que hayan entrado en territorio polaco, ellos nunca lo abandonarán".

"Smigly" Rydz Fuerza la Mano de Hitler

El 1º de Septiembre de 1939, después de que todos los intentos alemanes para razonar con Polonia, Francia y Gran Bretaña habían fracasado, y después de que el ejército polaco, por instigación de Gran Bretaña, siguió adelante con la movilización total, los alemanes invadieron Polonia y liberaron Danzig. El 7 de Septiembre, junto con la mayor parte del gobierno, Smigly huyó desde Varsovia cuando estuvo bajo ataque. El contraataque inmediato prometido por los "aliados" de Polonia franceses y británicos nunca se materializó.

Sin que lo supiera el cegado idiota de Rydz, los Aliados no tenían ninguno de tales proyectos, y esperaban absolutamente no sólo la caída de Polonia sino la entrada de las hordas de Stalin. El único interés de los Aliados era tener una excusa para declarar la guerra contra Alemania, y luego esperar que Stalin atacara a Alemania desde el Este, teniendo necesariamente que pasar a través de Polonia. Stalin, en efecto, estaba listo para abalanzarse sobre una distraída Polonia, pero su movimiento contra Alemania debía estar en su cronograma, no en el de los Aliados.

Los Aliados siguieron ignorando las apasionadas súplicas de paz hechas por Hitler, y pasarían los siguientes ocho meses planificando maniobras basadas en la región escandinava y desplegando una masiva fuerza de combate mecanizado en el Norte de Francia, en previsión de la invasión alemana vía Bélgica y Holanda, en algún momento en la primavera de 1940. El resto, como se dice, es Historia.



Una vez que "Smigly" Rydz había dado a Gran Bretaña y Francia el falso pretexto necesario para declarar la guerra contra Alemania, a él le dieron sus 15 minutos de fama y luego lo "arrojaron del autobús".

Los Aliados Abandonan a Smigly. Stalin Acaba con Polonia

El egomaníaco sueño imposible de Smigly de un nuevo Imperio polaco fue mutilado posteriormente cuando el oportunista Stalin atacó Polonia desde el Este el 17 de Septiembre, una invasión de la que Gran Bretaña y Francia, a pesar de sus "garantías de defensa" dadas a Polonia, ¡no dijeron nada!. "Smigly" Rydz, habiendo escogido una lucha con una superpotencia —Alemania— y exponiendo de esa manera a Polonia a una invasión por parte de otra —la Unión Soviética—, selló el destino de su país. Su criminal estupidez permitió a los brutales carniceros del NKVD [Comisariado de Asuntos Internos] soviético acorralar y ejecutar a 10.000 de sus oficiales del Ejército polaco en el bosque de Katyn.


Si Smigly hubiera seguido el consejo del fallecido mariscal Pilsudski y hubiera permanecido en términos amistosos con Alemania, la invasión soviética y la masacre del bosque de Katyn de su cuerpo de oficiales nunca habrían ocurrido.

En vez de elegir un castigo honorable por la desastrosa locura hacia la que él condujo a Polonia —como el suicidio o al menos su rendición ante los humanitarios alemanes— el cobarde Smigly huyó a Rumania. Como un verdadero narcisista egomaníaco, él rechazó tener alguna culpa por el desastre que él y sólo él tramó, declarando más tarde desde su escondite rumano:

"El costo de la construcción de modestas fortificaciones a lo largo de nuestra frontera occidental fue equivalente al presupuesto de 18 meses de Polonia, y, al mismo tiempo, estuvimos trabajando en fortificaciones en el Este. Un modesto plan de armamentos costaba más de 5.000 millones de zlotys. ¿Qué se suponía que yo debía hacer? 

No soy un economista, y el ministro Eugeniusz Kwiatkowski me dijo que sólo disponíamos de 180 millones...

"Comenzamos la movilización parcial en la primavera de 1939. La nación la odió, y más de 1.000 silesianos desertaron hacia Alemania. Fuimos incapaces de mantener movilizada a Polonia durante tanto tiempo, no podíamos permitírnoslo".

¡Patético! Smigly admitió que Polonia estaba mal equipada para la guerra, que la nación misma no quería la guerra, que los soviéticos representaban una amenaza desde el Este, y que Polonia no podía permitirse el costo de la guerra. Y sin embargo, ¡él deliberadamente enfureció a Hitler y se movió ansiosa y precipitadamente hacia la guerra de todos modos!.

En defensa de la acusación de cobardía en cuanto a su huída, Smigly publicó más excusas arrogantes:

"Ellos dicen que soy un cobarde. Yo tenía tres opciones: rendirme, suicidarme o ser capturado. Era imposible luchar, ya que yo tenía sólo media compañía de soldados conmigo. Matarme hubiera significado un fracaso. ¿Volar a Varsovia?".

¿"Matarme hubiera significado un fracaso", eh, Smigly? Eso sería como que el capitán del Titanic hubiera abandonado el barco que él ayudó a destruír descuidadamente, se hubiera escabullido hacia una de las limitadas lanchas de socorro, y posteriormente hubiese declarado: "Haber permanecido en el barco habría significado un fracaso". 

Según resultó, el capitán Smith se quedó en el Titanic y se pegó un tiro cuando el barco se hundió.

A la luz de lo que la locura de Smigly permitió a los carniceros soviéticos hacer a sus oficiales en el bosque de Katyn, tan sólo el dolor del remordimiento debería haberlo conducido al suicidio; pero eso sería suponer que Smigly era alguna especie de hombre decente u honorable. 

Claramente, él no lo era. "Smigly" Rydz volvería a Polonia en 1941 para trabajar con el movimiento clandestino polaco. 

Se dijo que él murió de un "paro cardíaco" sólo unas semanas más tarde; ¿o quizá algunos de sus compatriotas polacos le pagaron de vuelta por su locura y cobardía?,

Hitler Expone a Smigly

Durante su discurso a la liberada Danzig en 1939, Hitler aludió a la locura de Rydz:

"Ninguna potencia en la Tierra habría soportado esta condición tanto como Alemania. 

No sé lo que Inglaterra habría dicho sobre una solución de paz similar (Versalles) a costa suya, o cómo Estados Unidos o Francia la habrían aceptado.

 Yo intenté encontrar una solución, una solución tolerable, incluso para este problema. 

Presenté esa tentativa a las autoridades polacas en la forma de propuestas verbales.

 Ustedes conocen esas ofertas. Ellas eran más que moderadas.

"No sé en qué estado mental estaba el Gobierno polaco cuando rechazó esas ofertas".

En aquel mismo discurso, Hitler continúa hablando de la cobardía de Smigly:

"El mariscal polaco (Rydz), que abandonó miserablemente sus ejércitos, dijo que él cortaría al Ejército alemán en pedazos".

Y de la crueldad de aquél:

"Y el martirio comenzó para nuestros ciudadanos alemanes. Decenas de miles fueron arrastrados, maltratados y asesinados en la forma más vil. Las sádicas bestias descargaron sus perversos instintos, y este piadoso mundo democrático miró sin pestañear".

Y de la intencionada ceguera de Smigly:

"Yo a menudo me he preguntado: ¿Quién puede haber cegado tanto a Polonia?. ¿Realmente cree alguien que la nación alemana soportará permanentemente aquello de parte de un Estado tan ridículo?. ¿Cree alguien seriamente eso?".

El altamente condecorado y herido dos veces héroe de guerra Hitler había llegado a entender completamente a ese deshonesto payaso indigno de confianza, quejumbroso y auto-promotor que era "Smigly" Rydz.


Hitler en las calles de Danzig mientras Smigly se esconde en Rumania. Las alegres muchedumbres de Danzig saludan a su libertador.

No fue simplemente el hecho de que el mariscal "Smigly" Rydz fuera un manipulador tiránico, imperialista y belicista lo que debería haber hecho infame su nombre. Intensificando todos esos vicios estaba su abyecta estupidez. 

Dejando de lado todos los chistes de polacos, ¿creía realmente Smigly que Polonia podía derrotar a Alemania?, ¿realmente? Evidentemente sí.

¿No sospechó el presumido Smigly que al enfrentarse con sus dos manos a Alemania el bestial Stalin podría capitalizar la situación e invadir desde el Este? Evidentemente no.

¿No sospechó "Su Alteza Real" que sus "aliados" británicos, franceses y estadounidenses estaban simplemente usando a Polonia para provocar una pelea con Alemania, sólo para arrojarla después como una cáscara de limón usado?. ¿No estaba consciente Rydz de cómo los Aliados sedujeron al Zar ruso para que luchara con ellos durante la Primera Guerra Mundial, sólo para rechazar concederle asilo cuando lo derrocaron? Los bolcheviques luego capturaron y asesinaron al Zar y a su familia entera.

¿No estaba consciente Rydz de cómo los británicos, durante la Primera Guerra Mundial, animaron a los árabes a levantarse contra el Imperio turco otomano, sólo para renegar de sus promesas hechas a ellos y luego robar Palestina también?.

Irónicamente, lo que "Smigly" Rydz no fue capaz de ver fue, nuevamente, muy claro para Hitler. En aquel mismo discurso de Danzig, Hitler habló sobre cómo Polonia había sido usada como un tonto:

"Para estos hombres (los belicistas británicos) Polonia también era sólo un medio para conseguir un fin. Porque hoy está siendo declarado muy tranquilamente que Polonia no era lo primario sino el régimen alemán. 

Yo siempre advertí contra esos hombres. 

Yo señalé el peligro de que en un cierto país tales hombres podrían surgir y predicar sin interferencias la necesidad de la guerra, los señores Churchill, Eden, Duff-Cooper, etc.".

Las circunstancias que rodearon al estallido de esa innecesaria guerra atormentaron a Hitler hasta su último día. Horas antes de su suicidio, Hitler dictó su testamento político final, en el cual él declaró:

"Es falso que yo o algún otro en Alemania quisiéramos la guerra en 1939. Ella fue deseada e instigada exclusivamente por aquellos estadistas internacionales que eran o de ascendencia judía o que trabajaban para intereses judíos.

"Tres días antes del estallido de la guerra germano-polaca una vez más propuse al embajador británico en Berlín una solución al problema germano-polaco similar a como fue el caso del distrito del Saar, que estaba bajo control internacional.

 Esa oferta tampoco puede ser negada. Sólo fue rechazada porque los círculos principales en la política inglesa querían la guerra, en parte debido al negocio que ellos esperaban, y en parte porque estaban bajo la influencia de la propaganda organizada por la judería internacional".

La moderna mente "educada", tan distorsionada por 75 años de falsa propaganda, puede encontrar difícil, si no imposible, siquiera comenzar a procesar tal afirmación. Y sin embargo, un análisis objetivo de los acontecimientos de 1939 nos lleva a la conclusión inevitable de que ¡el hombre estaba diciendo la verdad!.



Hitler vio cómo los Aliados estaban jugando con Rydz-Smigly como si fuese un imbécil, y habló públicamente sobre ello meses antes de que la guerra siquiera hubiera comenzado. ¿No estaba escuchando Smigly?.

¿Se Repetirá la Historia?

La locura imperial de Rydz, su negligencia criminal y su asombrosa estupidez condenaron no sólo a Polonia sino también al mundo. Eso es lo que sucede cuando un hombre es cegado por su ego y sus ambiciones.

Considerando estos hechos verdaderos acerca del horrible registro histórico del mariscal Rydz-Smigly, uno pensaría que, a pesar de la convencional interpretación errónea de la Segunda Guerra Mundial, los polacos universalmente considerarían su recuerdo con desprecio.

 Pero ése no es el caso. El Parque Mariscal Edward Smigly-Rydz es un gran parque público cubierto de árboles en Varsovia que honra la memoria del hombre que no sólo comenzó la Segunda Guerra Mundial por orden de sus manipuladores occidentales sino que condenó a su nación a la conquista soviética, a las matanzas de masas, y a casi 50 años de comunismo.





¿Honrando a Smigly?, ¿realmente? ¡Vamos, Polonia! ¿Están ustedes hablando verdaderamente en serio?.
Uno pensaría también que Polonia aprendió una valiosa lección histórica en cuanto a entrometerse con las superpotencias.

 Y todavía así, el actual gobierno polaco, para gran consternación de más que unos cuantos polacos, ¡está tomando la delantera en provocar a la Rusia de Putin de parte de sus manejadores de la Unión Europea y de Estados Unidos!.

¿Cómo dice el viejo adagio?: "Aquellos que no aprenden de la Historia están condenados a repetirla".


Las tropas estadounidenses y polacas siguen ejercitándose para la guerra contra Rusia.

 El Presidente polaco Komorowski [Presidente hasta Agosto de 2015] desempeña el moderno papel de Smigly, tal como Obama el de Roosevelt. Polonia va a aceptar misiles estadounidenses en su suelo, ¿eh? Una inteligente movida. Smigly Rydz estaría orgulloso.–

por Mike King

http://editorial-streicher.blogspot.com/2016/12/el-hombre-que-comenzo-la-segunda-guerra.html

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