Pablo Gonzalez

La "buena vida" de Fidel Castro


El diario español El País tiene una “revista del bienestar” que en su edición más reciente trata de responder a la pregunta de por qué los sabios viven más. 

Para ello recurre a genios del arte que murieron tras una longevidad activa: Pablo Picasso, Oscar Niemeyer, Miguel Ángel o Verdi, y también a intelectuales como José Luis Sampedro y Stéphane Hessel que con más de noventa años constituyeron una referencia para el movimiento de los “Indignados” frente al neoliberalismo en Europa Occidental. 

Curiosamente es el mismo periódico que no pierde oportunidad de descalificar a Fidel Castro por su edad después que el 17 de enero de 2007 decretara en un editorial sobre el líder cubano “Todos esperan que fallezca, aunque políticamente ya ha fallecido”. Lo que sucede en la realidad, que está fuera de las páginas de El País, es que cada vez que Fidel escribe una línea, se reúne con un visitante o aparece en un lugar público, el “fallecido” no solo es noticia sino que desencadena análisis e interpretaciones en entornos muy distantes del pequeño país donde vive. 

Fidel reúne en sí las capacidades del genio, del visionario cuya cultura y experiencia le permiten adelantarse a los acontecimientos, y es también un referente político ineludible, no un “patriarca de la izquierda radical” como afirmó a propósito de su texto más reciente uno de los “analistas” que la prensa dominante acostumbra a citar al hablar de Cuba, para toda Latinoamérica y gran parte del mundo. ¿A cuál izquierda radical pertenecen el Papa Francisco, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto o el Patriarca Kiril, contables entre los muchos visitantes recibidos por Fidel?

A punto de cumplir noventa años, plantear el “liderazgo carismático” como razón de su permanencia presente y futura también está bastante fuera de lugar. Fidel es un líder ético, con indiscutible carisma, pero su diferencia con otros carismas estriba en que ha acompañado sus palabras con “hechos y realizaciones concretas”, no ha mentido jamás y ha despertado cada día pensando qué puede hacer por los demás. 

En una situación en que la ofensiva recolonizadora de Washington en América Latina necesita presentar la rebeldía cubana como algo en vías de domesticación, la voz de Fidel diciendo que “nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura” no solo no contradice la postura del gobierno cubano en sus negociaciones con EEUU, como ha tratado de presentar el sistema mediático al que pertenecen El País y los intelectuales a su servicio, sino que la fortalece.

Para un lector mínimamente atento o un analista honesto saltaría a la vista que existe una coherencia absoluta entre el editorial del diario Granma previo a la visita de Obama y el artículo “El hermano Obama” publicado por Fidel con posterioridad al viaje del Presidente norteamericano a Cuba. Pero más allá de la Isla caribeña, son precisamente los avances en derechos, en acceso a la riqueza espiritual y al desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura, lo que está tratando de hacer retroceder la ofensiva neoliberal en América Latina y Europa. No son esos derechos patrimonio de la “izquierda radical” sino del estado de bienestar que una vez defendió El País. 

En sus recomendaciones para vivir mucho y bien la guía de la “Buena vida” de El País recomienda:

“Tenga sueños: sea ambicioso, no se conforme con proyectos pequeñitos porque estos no alimentan. Su deseo de llegar a algo grande es lo que realmente le dará el combustible para vivir intensamente.”

¿Qué sueño más grande que la línea con la que Fidel cierra su artículo sobre la visita de Obama y que ha sido censurada por toda la prensa que se precia de ser libre?: “la paz y la fraternidad de todos los seres humanos”. Como diría Santiago Feliú en una canción en la que “se juntan todas las palomas”: 

“ahí está el enamorado,
con su luna entre los brazos,
pidiéndole a la esperanza
para todos, para todos.”

Por Iroel Sánchez.

Publicado por JM Álvarez

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